Concentra la vista en la
corriente: el puente avanza, nosotros avanzamos, el agua se queda
quieta, se estanca. Eso le decía Julián, su padrastro, en el puente
al que solía llevarla cuando niña. Al principio cuesta pero luego
te acostumbras, es como esos dibujos raros que hay que mirar hasta
que aparezca encima una figura, un dragón, un oso, el rostro de
alguien; de nuevo, mira, concentra la vista, fuerza los ojos en el
agua hasta que sientas que avanzas, que el puente avanza, hasta que
el río haya dejado de ser un río. El agua pierde velocidad, y eres
tú, ahora, quien avanza por el agua, en un barco.
La primera ley de Newton no distingue entre el estado de reposo y el de movimiento rectilíneo constante, es lo mismo, y la percepción depende únicamente de dónde está situado el observador. Los ejemplos de esta situación son muchos, a mí el que me más me gusta es el del viajero que mira por la ventanilla del tren (la ventanilla de un tren es el mejor marco para ejercer de observador) cómo se mueve hacia atrás la vaca que le mira a él. Pero la vaca está quieta y ve cómo avanza el tren. Por no hablar de que ambos, viajero y vaca, se mueven a su vez solidariamente con la Tierra alrededor del Sol.
Buenos días, me alegro de inaugurar los comentarios de esta quincena con el mío proprio.
ResponderEliminar¡Cuántas veces he comprobado esta ley del movimiento! Estando dentro de un autobus que tarda en ponerse en marcha y, de pronto, respiro satisfecha al ver que acaba de iniciar su recorrido. Y, oh dolor, tardo bien poco en comprobar que me había equivocado de medio a medio y era otro autobus cercano el que había iniciado su marcha. Cosas de la vida, cuántas hay también de otro tipo, espejismos no sólo los del desierto sino también los de la mente, el oído, el deseo... Lista interminable.
Dando la bienvenida al recién estrenado comentario, te deseo una feliz andadura en este simpático e interesante blog.
Evanesc
Así Evanesc
ResponderEliminarYo alguna vez me he sobresaltado en un atasco al pensar que mi coche se me iba hacia atrás, y era que el coche de al lado avanzaba lentamente. A veces, traviesamente me distraigo en intentar provocar este efecto en mis coches colindantes en los semáforos.
Saludos cordiales
La vaca, la niña y el tren que pasa me han recordado el cuento de Clarín Adios Cordera que tanto sentimiento me produjo en mi infancia y también ahora que lo he releído. La historia de la vaca Cordera que desde el prado ve pasar por primera vez el tren, asustada, y luego se habitúa :" Cuando llegó a convencerse de que era un peligro que pasaba, que amenazaba sin dar, redujo sus precauciones a ponerse de pie y mirar de frente al formidable monstruo..."
ResponderEliminarLa vaca es vendida para carne y los hermanillos que la apacentaban quedan huérfanos dos veces sin su vaca casi madre.
Años más tarde el muchacho, reclutado para la guerra, desde las vibraciones del tren que se lo lleva de lo que era su vida aldeana, lanza su quejido
¡Adios Rosa, Adios Cordera !
Los nativos digitales no sabrán la mayoría lo que es un quinto, ajenos a la mili, así que en recuerdo de tiempos candileros ahí va una cantarulla
Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón,
ya se va quien me tiraba
piedrecicas al balcón
Y en la versión cinematográfica de "La máquina del tiempo"... ¿era Rod Taylor-H.G. Wells quién asistía asombrado al acelerado paso del tiempo ante sus ojos cómodamente sentado en su Delorean decimonónico? ¿O eran los habitantes de cada era los que perplejos admiraban, cual vaca ante el tren, el fugaz paso de aquel artefacto y su piloto?
ResponderEliminarLa reflexión a la que me lleva esta entrada es lo relativo que es todo, y cómo las versiones de un mismo hecho objetivo dependen de la percepción subjetiva de cada cual.
Estimada woman:
ResponderEliminarAdiós cordera ya no aparece en los libros de lengua me parece. Veo por el resumen que hace que se podría hacer una buena comedia romántica muy buena con esa historia.
Tengo que decirle que aunque no haya mili (ahora va a hacer para Marzo 22 años! que yo me licencié...) en algunos pueblos en los que he trabajado se siguen manteniendo fiestas de los quintos; hacen lo mismo que antes pero no van a la mili, con lo cual se les priva de un filón como tema de conversación al calor de una copita. He observado que las narraciones de las mujeres sobre los propios partos a veces alcanzan los niveles de lirismo y épica de las conversaciones sobre la mili.
Corderos saludos
Estimado José Luis
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo del Delorean decimonónico, está muy bien. Desde luego cuando el viaje es en el tiempo, el asunto del observador y el observado se complica hasta el dolor de cabeza y se convierte en un relato de Borges.
La única certeza que sostengo sobre los viajes en el tiempo es que en el caso de existir no vendrá una mujer con peluca azul a explicarme los avances en lejía y/o suavizante Neutrex.
Saludos cordiales
Más de una vez cruzando el río Mapocho he rememorado este pasaje de mi compatriota Zambra, pero lo mío son los ferrys que cruzan a isla de Chiloé, engañarme tal como en el caso de los autobuses sin haber zarpado aún de la rampla. Tenderán un puente en el futuro. Entonces los ferrys naranjos y amarillos se irán a otros canales. Sospecho que también será cada vez más difícil ver vacas por ventanillas, tanto redondas como cuadradas. En fin, progreso. En otro orden de ideas, ¿qué ciencia será la de esos dibujos raros que esconden dragones y otras figuras? Atentos saludos.
ResponderEliminarHola M.
ResponderEliminarAhora en los aeropuertos y estaciones ponen en tramos horizontales cintas transportadoras para personas que dan también curiosos fenómenos de movimientos relativos. La gente suele tener bastante claro si le gusta ir en esas cintas o no.
Acabo de buscar la isla de Chiloé en Google maps, qué cosas la globalización y el internet. Yo recuerdo perfectamente el ferry con el que crucé el estrecho de Gibraltar camino de Ceuta para examinarme de unas oposiciones al cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, porque durante el viaje vi la final del mundial de 2002 Brasil- Alemania. Si no me concentro mucho soy de marearme en los barcos, fenómeno que me ha valido el apodo de El pistacho entre mis amigos por el verde color que mi cara adquirió en una travesía por la bahía de Cádiz.
Desconozco el nombre de esa hipotética ciencia, quizá baste con nombrarla ilusiones ópticas, lo que me lleva a denominar ilusiones espaciales o ilusiones espacio-temporales o ilusiones cinemáticas al fenómeno que describe el texto de esta semana.
Saludos cordiales