lunes, 22 de octubre de 2018

EL RECURSO DEL MÉTODO (ALEJO CARPENTIER) Y EL PÉNDULO DE NEWTON

Al aparecer el ‘estilóbato’, el codazo al Embajador de Inglaterra había repercutido en el costado del Embajador de Italia; del ‘estilita’ al ‘arquitrabe’, del ‘Erecteo’ al ‘Hipas’, los codazos habían corrido, en serie, de embajador a encargado de negocios, de ministro consejero a agregado cultural, hasta el descarnado costillar del Agente Comercial Japonés, que, medio dormido pues no entendía el idioma, estuvo a punto de ser despedido por el empellón, como la bola última del aparato de física que es lanzada al aire cuando la acción de una primera bola del mismo peso, comunica su energía percusiva a seis bolas intermedias, idénticas entre sí


La escena es la siguiente: un orador famoso por pedante está hablando y el auditorio se golpea canalla y solidariamente a cada término excesivo que se recrea en la retórica. Todo el mundo ha vivido una situación semejante, aquí son codazos pero valen igualmente pellizcos y patadas para subrayar el cachondeo.
Sobre el péndulo de Newton, cuya presencia ameniza las salas de esperas de todas las consultas médicas de España, existe una demostración muy elegante aplicando la conservación de la cantidad de movimiento y de la energía para el hecho de que por muy fuerte que empuje uno una bola solo consigue levantar una en el otro extremo. Y por muy flojo que levante dos bolas otras dos son despedidas al otro lado.
Yo siempre que miro un péndulo de Newton por un tiempo acabo tarareando una bambera, ese palo flamenco que adapata los cantes de columpio

lunes, 8 de octubre de 2018

LA GEOMETRÍA DEL AMOR (JOHN CHEEVER) Y LA APLICACIÓN DE LA GEOMETRÍA A LOS ASUNTOS AMOROSOS

Miró hacia abajo y vio pasar una camionetas, después un descapotable, un camión de mudanzas y un camioncito que decía TINTORERÍA EUCLIDES. El famoso nombre le recordó el triángulo rectángulo, los principios del análisis geométrico y la doctrina de la proporción de los conmenfsurables e inconmensurables. Lo que necesitaba era una nueva forma de raciocinio, y Euclides podía servir. Si practicaba el análisis geométrico de sus problemas, ¿no lograría resolverlos, o por lo menos crear un atmósfera propicia para la solución? Tomó una regla de cálculo y consideró el sencillo problema de que si dos lados de un triángulo son iguales, los ángulos opuestos a dichos lados de un triángulo son iguales y el teorema inverso de que si dos ángulos de un triángulo son iguales, los lados opuestos a los mismos serán iguales. Trazó una línea que representaba a Mathilda y los datos importantes acerca de ella. La base del triángulo representaría a sus dos hijos, Randy y Priscilla. Naturalmente, él mismo sería el tercer lado



¿Cómo ha llegado este blog a los siete años y medio de existencia sin conocer este relato de Cheever, que es uno de los ejemplos antológicos de uso de la ciencia en la literatura? El relato encierra en sí mismo muchos de los aciertos y errores típicos que venimos comentando, alguna buenísima idea, alguna imprecisión...
Cuenta Rodrigo Fresán que a William Maxwell , editor del New Yorker, no le gustó nada y que Chever lo vendió por 300o dolares a otra publicación