lunes, 25 de junio de 2012

JUAN BELMONTE, MATADOR DE TOROS (MANUEL CHAVES NOGALES) Y LA DEMOSTRACIÓN DE TEOREMAS


Al día siguiente toreé en Madrid por segunda vez y fue aquella mi verdadera consagración. Salí al ruedo como el matemático que se asoma a un encerado para hacer la demostración de un teorema. Se regía entonces el toreo por aquel pintoresco axioma lagartijero de ‘Te pones aquí, y te quitas tú o te quita el toro’. Yo venía a demostrar que esto no era tan evidente como parecía: ’Te pones aquí y no te quitas tú ni te quita el toro si sabes torear’. Había entonces una complicada matemática de los terrenos del toro y los terrenos del torero que a mi juicio era perfectamente superflua. El toro no tiene terrenos, porque no es un ente de razón, y no hay registrador de la Propiedad que pueda delimitárselos. Todos los terrenos son del torero, el único ser inteligente que entra en el juego, y que, como es natural, se queda con todo

Desde que leí este texto, cada vez que tengo que demostrar algo en la pizarra me aproxima a ella de puntillitas y con pasitos cortos, en plan torero. De las 52 entradas que se llevan publicadas en este blog, esta es la primera que no he descubierto yo directamente, sino que me la ha mostrado mi señora parienta, Mme Partre. También en este libro sobre Juan Belmonte (a la derecha en la foto) aparece una de las grandes frases de la literatura mundial, a la altura del 'to be or not to be' o cualquier otra emblemática. La pronuncia un torero de la cuadrilla, que de gira por América echa de menos su Sevilla y su Triana:
- ¡Las siete! Ya hay pescao frito en la Europa

lunes, 11 de junio de 2012

RECUENTO (LUIS GOYTISOLO) Y LA GEOMETRÍA


La visión espacial nunca ha sido mi fuerte, por lo que me resulta muy difícil hacerme una idea de la Sagrada Familia con la descripción complicadísima que hace aquí Luis Goytisolo. Luego continúa con otra descripción de Barcelona igual de exhaustiva en la que creo que no se deja sin nombrar ninguna calle del callejero.

Allí se comprueba que los dos cuerpo basamentales, que sirven de arranque a las arquivoltas, son de sección cuadrangular y evolucionan hacia el círculo. Esta parte cilíndrica, con aberturas que suben en espiral, va seguida en cada campanario por otro cuerpo de silueta parabólica, desarrollado en doce estrías perpendiculares que, más arriba, quedan reducidas a seis, resueltas en un volumen prismático de sección triangular y facetas poliédricas, para acabar en un remate conformado por una mitra, un anillo y un báculo acoplados, cuatro crestas como capullos, mosaicas, refulgentes, de calidades ferruginosas, carbonáceas, vítreas, porcelánicas, policromadas en carmín, encarnado, oro y blanco pontificios, verde botella, malva, rosa de crepúsculo. Los ventanales, de vanos imbricados en hélice, permiten, a medida que se pasa de un campanario a otro por una serie engarzada de pasarelas, arcos hiperbólicos, galerías breves y contorsionadas…