El
contenido del capítulo que leía en esos momentos era éste:
mientras el obús que lleva a los exploradores hacia la Luna viaja
por el vacío muere uno de los animales que se encuentran a bordo, un
pequeño foxterrier. Después de algunas dudas, los exploradores
deciden arrojar el cadáver a través de la hermética escotilla. Así
lo hacen; luego, al mirar por la espesa ventana de vidrio, advierten
con horror que el cuerpo del perro vuela paralelamente a ellos por el
espacio. No cae, porque conserva la velocidad del obús, así como un
objeto arrojado por la ventana de un tren en movimiento conserva la
velocidad del tren; y fuera de la atmósfera terrestre no hay ninguna
clase de fricción que pueda frenar el movimiento.
Gradualmente, el cadáver va separándose de la ventana, impelido por la persistencia del suave envión que lo había arrojado por la escotilla; pero aunque retrocede lentamente, conserva su velocidad paralela y sigue frente a la ventana.
El perro muerto se ha convertido en un planeta o en un meteoro que seguirá girando sobre su oscura órbita elíptica alrededor de la tierra, eternamente.
Gradualmente, el cadáver va separándose de la ventana, impelido por la persistencia del suave envión que lo había arrojado por la escotilla; pero aunque retrocede lentamente, conserva su velocidad paralela y sigue frente a la ventana.
El perro muerto se ha convertido en un planeta o en un meteoro que seguirá girando sobre su oscura órbita elíptica alrededor de la tierra, eternamente.
Pues he encontrado este texto que es ya por sí solo toda una entrada de blog, ya que el propio Koestler comenta el contenido científico del texto de Verne. Recomiendo toda la autobiografía de Arthur Koestler como método de de conocimiento del siglo XX, ya que el tío se metía en todos los embolados posibles. Tanto era así, que recuerdo de joven leer estas memorias y contarle a mi hermano en nuestra habitación compartida todas sus peripecias, incluida una experiencia mística en la cárcel de Sevilla, buen sitio, Los Arcos para las experiencias místicas. Mi hermano le apodó 'el fantasma', porque no podía creer que fuera cierto todo lo que contaba. No voy a hacer spoiler de cómo termina la autobiografía y la propia vida de Koestler.