lunes, 22 de agosto de 2011

DESDE UNA ESTRELLA ENANA (ANTONIO ARIAS, NATALIA CARBAJOSA) Y EL UNIVERSO

Antonio Arias, el lider de Lagartija Nick, se ha marcado un discazo científico llamado 'Multiverso'. Me ha resultado muy difícil escoger una canción de ese disco porque todas son buenas y todas son adaptaciones de poemas científicos. Me gusta Miriadas, de un poema de Carlos Marzal, pero como ya ha aparecido este poeta publico 'Desde una estrella enana', de Natalia Carbajosa, atentiendo así de paso a una vieja demanda de un bloguero que me sugería que atendiera un poco a la paridad en materia de poetas. La entrada va dedicada a la señorita Marple, aficionada a los conciertos de radio3. No sé si Antonio Arias cambia ligeramente el sentido del poema para conseguir un buen estribillo, pero hay que reconocerle la difícil tarea de encajar 'Johannes Kepler' en una canción pop sin que chirríe en exceso

Como hogueras en la noche
una por segundo
la última en ejecutar su danza de combustión en la galaxia
provocó el éxtasis de Johannes Kepler
por siempre ya geómetra de lo místico
una explosión más próxima habría sido el fin
del viejo planeta

sin embargo
este particular canto
de ondas de sonido y rayos gamma
este cegador y apabullante modo de morir
(denso cisne de carbono, sílice y oxígeno)
legó al principio de los tiempos
una rastro nutricio.

Hoy proclaman los científicos
con alborozo de antiguos poetas
en los días del tótem y la esfera:
somos hijos
de una estrella.

lunes, 8 de agosto de 2011

LUIS MARÍA ANSÓN Y SEVERO OCHOA

Valga el siguiente texto para ilusrtrar por qué un posible nombre para este blog fue 'Los recelos recíprocos', cierta suficiencia de la gente de ciencia y cierto cachondeito o desprecio por parte de los de letras. El texto lo escribió Luis María Ansón en El Cultural de El Mundo, único suplemento cultural  que mantiene una sección de ciencia. Las negritas (del texto) son de Ansón, no mías

Severo Ochoa hablaba con precisión de filosofía y, a ráfagas, de literatura. Tenía mucho interés lo que decía y yo le escuchaba expectante, aunque luego era implacable y me daba una teórica sobre biología molecular, ácidos nucleicos, códigos genéticos, la fijación del CO2 por las plantas, los puñeteros fosfatos y las fermentaciones. A veces se quedaba asombrado de mi ignorancia, pues me consideraba el “joven más culto” que había conocido.

-Tengo mala opinión -me dijo un día- de esas gentes que están fuera de la realidad y no dan importancia a la oxidación del ácido pirúvico o a la enzima condensadora que cierra el ciclo de Krebs.

-No se preocupe, profesor. Aquí me tiene, entre las galeradas del periódico, dispuesto a darle una portada en cualquier momento al ácido pirúvico y a su oxidación -le decía yo sin sorna aparente.

Y, como no tenía sentido del humor, se creía que era verdad, que por fin había un periodista capaz de llevar a primera página el ácido pirúvico, un periodista serio al que reventaban, claro es, los avatares del fosfato en las fermentaciones, dispuesto a estudiar a Krebs, que fue también Nobel de Medicina, y que desarrolló su ciclo como secuencia de reacciones enzimáticas del metabolismo oxidativo que presentan las células aerobias y que proporcionan la energía necesaria para los procesos endergónicos