lunes, 26 de octubre de 2015

TRAVESÍA DE OSUNA (RAFAEL RODRÍGUEZ SÁNDEZ) Y LOS INDICADORES DE EVALUACIÓN ADAPTADOS A LAS COMPETENCIAS DEL ALUMNADO EN LAS ASIGNATURAS DE CIENCIAS

En la planta baja está la clase de Física, Química, Cosmología e Historia Natural y en ella nos espera Don José también a los alumnos de letras, que tenemos Física en quinto y Química en sexto, ésta, a una hora malísima, por la tarde, casi después de comer. Don José comienza la clase llamando a la pizarra a diez, doce, quince alumnos, a veces más, a la clase entera, y conforme cada uno va exponiendo la cuestión o desarrollando una fórmula o planteando un problema, él dice invariablemente 'a tu sitio cerosais' así dicho con la 'a', nota que nos deja a todos sumidos en una especie de desesperación, perplejidad e ignorancia de las causas. Mientras tanto, él ingiere sin parar bicarbonato sódico que, de un tubo de aspirinas vacío de aspirinas y lleno de bicarbonato, vierte en la palma de la mano y desde ella lo arroja a la boca con una gran violencia y puntería y acertando casi siempre. 'Don José', le increpó un día un descontento, 'yo creo que merezco algo más que cero seis' y D.José replicó 'está bien a tu sitio cerosiete'

Realmente no me cabe en la cabeza que alguien pueda estar insatisfecho con una nota como "cerosais" así pronunciado como una binguera caletera. Son cosas que deben colmar las expectativas académicas de cualquiera, como cuando yo descubrí mirando en el horario de un alumno árabe que la clase que yo impartía era de "pollo" de Matemáticas, en lugar de apoyo como yo pensaba. ¿Qué más puede uno pedirle a la vida que ser profesor de pollo de Matemáticas?                                    
A veces pensamos que los que reclaman son unos pesados pero frecuentemente abren brechas históricas, como la de este valiente que consiguió romper una tradición enorme de 'cerosais' acumulados

lunes, 12 de octubre de 2015

LOS ENAMORAMIENTOS (JAVIER MARÍAS) Y EL CARÁCTER FEÉRICO DE LOS MUSEOS DE CIENCIAS

El Museo de Ciencias es pobre, sobre todo si se compara con  los que se encuentran en Inglaterra, pero me acercaba a él a veces con mis sobrinos pequeños para que vieran los animales estáticos tras sus vitrinas y se familiarizaran con ellos, y de ahí me quedó cierta afición a visitarlo por mi cuenta de tarde en tarde, entremezclada- de hecho invisible para ellos- con los grupos de alumnos de colegios y de institutos acompañados de una profesora exasperada o paciente y con despistados turistas sobrados de tiempo que se enteran de su existencia por alguna guía de la ciudad demasiado puntillosa y exhaustiva: aparte de las numerosísimas guardianas, casi todas sudamericanas hoy en día, esos suelen ser los únicos seres vivos de ese lugar algo ideal y superfluo y feérico, como todos los Museos de Ciencias


Feérico: perteneciente o relativo a las hadas. Tuve que mirar en el diccionario de mi mesita de noche el significado de feérico. Nunca se me hubiera ocurrido aplicarlo a un museo de ciencia, la verdad. Me llama también la atención y casi me ofende que se de por supuesto que es siempre una profesora y no un profesor quien acompaña a los alumnos. ¿Quiere decirse que el profesor no va  o que acaso se queda en la puerta del museo echando un cigarrito? Cierto que con las guardianas pasa algo parecido en el texto, pero eso que lo digan ellos, los guardianes.
Una vez fui de excursión a las tablas de Daimiel con mis alumnos y durante un tiempo les dejamos libres por Ciudad Real, salieron como lo hacen algunos toros de toriles, dispuestos a comerse el mundo; en mi mente visualizaba una serie casi infinita de maneras de delinquir que se les podían ocurrir. Me sentí como un pastor al que se le escapan las ovejas y lo cierto es que desde entonces ( y no me gusta darle la razón a Javier Marías) casi nunca voy a excursiones