Ante mí desplegaba el prado el mapa de
las gramíneas: las setarias con sus altivos panizos, el antoxanthos
perfumado, el milio que abre en julio hermosas sombrillas para los
grillos cantores, la inquieta cola de gato del fleo, y el pompón de
cola de liebre de la dulce lagura. Y la avena fatua, y el holco, que
si niño haces por juego un jardín en la ribera de un canalillo, y
lo plantas con varias hierbas y florecillas, se te ocurre viéndolo
en junio con las pequeñitas flores rojas por entre la espesura
foleal de las ramillas, que puedes poner un naranjo cabe el portillo.
Distinguía los bromos de las festucas, y tumbado en lo alto del
prado, se asomaban sobre mi frente las colgantes espiguillas del
bromo estéril, que nacen verdes y mueren dulcemente azules…
"La Botánica no es mi fuerte y tampoco, para qué negarlo, mi pasión", con estas palabras se comentaba la anterior entrada que ha aparecido en este blog sobre Botánica. Reconozco, no obstante, su capacidad de dar prestigio y empaque a un buen texto descriptivo. Si uno lo piensa bien las plantas pueden dar algo de miedo, son como extraterrestres.
Soy capaz de disfrutar un paseo por el campo sin conocer el nombre de las plantas y árboles que veo, igual que disfruté de la exposición retrospectiva de Kandisky que vi el otro día.
Soy capaz de disfrutar un paseo por el campo sin conocer el nombre de las plantas y árboles que veo, igual que disfruté de la exposición retrospectiva de Kandisky que vi el otro día.