Cuando un hombre se sitúa ante un espejo y ve su imagen reflejada, lo que ve no es una auténtica reproducción de sí mismo, sino una imagen de él cuando era más joven. La explicación de De Selby a este fenómeno es bastante sencilla. La luz, como De Selby señala con meridiano acierto, tiene una velocidad de desplazamiento determinada y finita. Así pues, antes de que pueda decirse que ha tenido lugar el reflejo de cualquier objeto en un espejo, es necesario que los rayos de luz se dirijan primero al objeto para que, de este modo, impacten contra el espejo y así este los devuelva de nuevo contra el objeto; contra los ojos del hombre, por ejemplo. En consecuencia, existe un apreciable y calculable intervalo de tiempo entre el instante en que un hombre mira su propio rostro en un espejo y el registro de la imagen reflejada en sus ojos
Curiosa argumentación la de este texto, sobre todo de un fenómeno que yo siempre he experimentado a la inversa: me veo más viejo en los espejos. Alguien dijo que uno no debe mirarse en los espejos de los ascensores ni siquiera con 20 años, y tiene razón.
En cuanto al texto de O´Brien, es una versión exagerada de la paradoja de los gemelos de Einstein, en la que no hace falta ni que haya dos hermanos. Como es sabido, las exageraciones son a veces las más precisas de las mentiras