Hoy,
por supuesto, el cuerpo no es desconocido: sabemos que lo que golpea
dentro del pecho es el corazón y que la nariz es la terminación de
una manguera que sobresale del cuerpo para llevar oxígeno a los
pulmones. La cara no es más que una especie de tablero de
instrumentos en el que desembocan todos los mecanismos del cuerpo: la
digestión, la vista, la audición, la respiración, el pensamiento.
Desde
que sabemos denominar todas sus partes, el cuerpo desasosiega menos
al hombre. Ahora también sabemos que el alma no es más que la
actividad de la materia gris del cerebro. La dualidad entre el cuerpo
y el alma ha quedado velada por los términos científicos y podemos
reírnos alegremente de ella como de un prejuicio pasado de moda.
Pero
basta que el hombre se enamore como un loco y tenga que oír al mismo
tiempo el sonido de sus tripas. La unidad del cuerpo y el alma, esa
ilusión lírica de la era científica, se disipa repentinamente.
No tengo tan claro como mi amigo Milanku que el conocimiento del interior del cuerpo haga disminuir el desasosiego, hay un estilo de hipocondríaco para el que es justo al contrario.
A mí lo que de verdad me inquieta del interior del cuerpo humano, creo que me lo hizo notar Agustín Fernández Mallo, es que está totalmente oscuro, salvo cuando se le abre. Es decir, como una nevera. Uno ve las láminas de Anatomía tan bonitas y con tanta luz que se le hace difícil imaginar a toda la maquinaria que tenemos funcionar en la oscuridad.
No tengo tan claro como mi amigo Milanku que el conocimiento del interior del cuerpo haga disminuir el desasosiego, hay un estilo de hipocondríaco para el que es justo al contrario.
A mí lo que de verdad me inquieta del interior del cuerpo humano, creo que me lo hizo notar Agustín Fernández Mallo, es que está totalmente oscuro, salvo cuando se le abre. Es decir, como una nevera. Uno ve las láminas de Anatomía tan bonitas y con tanta luz que se le hace difícil imaginar a toda la maquinaria que tenemos funcionar en la oscuridad.
Hay quien ha pagado un potosí para que le metan en una nevera congelador con esperanza de resucitar. Quien te dice que no volverán, de hecho un millonario ha crionizado a sus ex mujeres, y desde hace poco espera junto a ellas ( y W.D.) el regreso al futuro.
ResponderEliminarMe gusta que la entrada sea de Kundera, uno de mis escritores favoritos, aunque se le fue un poco la olla con el último libro, a mi modesto entender.
ResponderEliminarNo recordaba este fragmento. Qué interesante ha sido siempre la dualidad alma y cuerpo que a mi siempre me ha recordado a la dualidad onda corpúsculo de la luz. Y ya que se menciona la luz y su ausencia en el interior de nuestro cuerpo, bien es cierto que la luz no llega de forma directa a nuestras células del hígado, ni del intestino, pero la mayoría de ellas sí que saben si es de día o es de noche y funcionan de forma distinta según la hora del día. Esto ocurre porque hay una región del cerebro a la que sí le llega la información lumínica desde la retina y desde esta región se envían mensajes químicos a otras células distantes y así las informan de si hay luz o no en el exterior. Maravillas de nuestro cuerpo.
Saludos.
Habla Milenku de la dualidad lirismo amoroso y meteorismos detectores de nuestra materia vil, pero ya la lengua lo había comprendido y aunado con el uso de la palabra entrañas, del latín interanea=intestinos.Ni siquiera el corazón, ni los pulsos(que se les paran y duelen a las mujeres de las coplas ) tienen tanta capacidad de amor como las entrañas; que por darle más volumen fónico vienen a ser sentrañas.
ResponderEliminarLuego a luego la cantarulla de un tiento muy conocido dedicado a una tonta inocente
"... Si bajaran del alto cielo
los serafines a hablar contigo,
de flores te coronaran,
sentrañas mías, yo te lo digo"
Menos mal que les llega información lumínica a las entrañas, Panchi, así podrán distraerse jugando a
Veo veo, ¿Qué ves ? un organito que empieza por b. Qué metaboliza ? etc..
Hola Laro Pop
ResponderEliminarPrecisamente estaba leyendo ahora una crítica de la última novela de Don Delillo cero K que trata de esto que comenta de la congelación, interesante
Un saludo
Querida Panchi
ResponderEliminarMuy interesante el asunto del cerebro recibiendo información lumínica. Ahora bien, me surge la siguiente duda, ¿puede uno engañar al cerebro como a las gallinas? Si yo me hecho una buena siesta con sus persianas bajadas, ¿interpreta el cerebro que es de noche?
A mi también me gustaba mucho Kundera, recuerdo que en septiembre de 2008 me llamó un amigo y me dijo:
- Illo, se ha muerto el escritor ese que a ti te gusta.
Y a mí, el único escritor que me gustara y en edad de morirse que me vino a la cabeza fue Kundera. Pero era David Foster Wallace, que se había suicidado.
Nos vemos
Dear woman
ResponderEliminarMilanku es el apelativo con que la madre de Kundera lo llamaba y le decia:
- ¡Ay Milanku! Dejate de bromas, nadie las entiende y te vas a buscar problemas.
Esto creo que lo leí en algún relato suyo. Sobre Kundera leí hace poco la decepción que le supuso a Igancio Vidal-Folch enterarse de que el tío pasa siete u ocho meses al año en el caribe o algún sitio así. Es decir, parece que encarna como nadie el espíritu europeo y va por ahí todo el tiempo... no el cuadraba esto a Vidal-Folch.
Sobre las entrañas diré, que este invierno volví a comer callos tras mucho tiempo apartado de ellos por una sobredosis, y que me encantaron, aunque me sienta canibal.
See you later
Después de leer tantos comentarios interesantes me quito el sombrero y guardo un respetuoso silencio. ¡Qué sería de nosotros sin el cerebro! Nunca se me había ocurrido que por dentro todo está oscuro, la verdad. Pero sí me ha dado mucho qué pensar la oscuridad dentro del útero materno. No creo que hasta allí lleguen las informaciones del cerebro, pero aquí hay quien puede opinar con más autoridad. No lo creo porque pienso que el feto no necesitará luz para nada. ¿O sí? Recuerdo haber leído una vez una narración entrañable en la cual las células del útero se despedían con tristeza del feto cuando estaba listo para abandonarlas y en el momento del parto comprobaban cómo la situación fuera estallaba de júbilo al abandonar el feto que ya es niño el vientre de su madre.
ResponderEliminarCreo que ya sabréis aquello que pedía uno en el restaurante: Para mí me trae útero al coñac.
Saludos a todos
Evanesc
Estimada Evanesc
ResponderEliminarSi uno lo piensa un poco, la situación del feto es un poco agobiante, a oscuras y un poco claustrofóbica. Aquí es donde la expresión 'dar a luz' cobra su sentido más completo.
Interesante esa narración que comenta.
Un saludo cordial