Juana se acordó de una vez,
pocos meses después de casada, que se había dirigido a su marido
para preguntarle algo. Estaban en la calle. Y antes incluso de
terminar la frase, con gran sorpresa por parte de Octavio, se había
detenido —con la cabeza inclinada y la mirada divertida—. Acababa
de descubrir que su voz era como aquella que tantas veces había oído
de soltera, siempre vagamente perpleja. Era la voz de una mujer joven
junto a su hombre. Como la suya propia tal como había sonado en
aquel momento para Octavio: aguda, vacía, lanzada hacia lo alto, con
notas iguales y claras. Algo inacabado, extático, un poco saciado.
Intentando gritar… Claros días, límpidos y secos, voz y días
asexuados, monaguillos en una misa de campaña. Y alguna cosa
perdida, encaminándose hacia un blando desespero… Aquel timbre de
recién casada tenía una historia, una historia frágil que pasaba
inadvertida a la mujer de la voz, pero no a esta.
Tono, sonoridad y timbre son tres características de las ondas sonoras que se explican con diferentes magnitudes físicas. El tono viene determinado por la frecuencias, sonidos agudos frecuencias altas, voces graves (de estar dentro de una tinaja) se corresponde con frecuencias bajas. La sonoridad, que suele medirse en decibelios, está relacionada con la intensidad y amplitud de la onda.
Por último, el concepto físico que hoy nos ocupa es el timbre, que es lo que hace que escuchemos un sonido y sepamos si se trata de un violín o de un piano. Está relacionado con la forma de la onda, cada sonido característico tiene una forma de onda propia, que nunca es la onda armónica perfecta que dibujan los físicos. Lo que yo desconocía es que, como sugiere el texto, también está influido por el estado civil del foco emisor de la onda
Las ondas sonoras de la voz me maravillan en cuanto creo que se hereda una laringe familiar que incluye tono timbre y sonoridad. Esta sensación de laringe familiar la tenemos al escuchar por teléfono e identificar al hablante antes que él se identifique. El gen de la laringe podría valer como seña de identidad como dicen que lo es el iris.
ResponderEliminarDejando aparte la parte técnica hay que reconocer que la voz influye en cómo nos ve-oye el mundo, la voz de tinaja frente a la voz de pito, la voz prepotente frente a la que no quiere molestar y sólo susurra pero es verdad que la Juana recién casada de la historia queda asombrada al oír su voz de casada y darse cuenta que era la misma que de soltera pero con una historia imperceptible.Le gustaba sobre todo que la oyera su Octavio
Dear woman
ResponderEliminarI agree with you en lo fácil que es reconocer las voces, pero precisamente el teléfono presenta a veces cierta tendencia a confundir hermanos o padres e hijos.
Muy importante la voz, gracias a Dios parece que no es tal y cómo la percibimos grabada y después reproducida, porque no conozco a nadie que no le parezca que tiene voz de gilipollas cuando se escucha.
En fin, cordiales saludos, que vemos llegado al viernes
Buenas tardes. Se habla poco de lo influyentes que resultan los timbres, los tonos o las imposturas de las voces de las amistades que hemos elegido o las personas a las que hemos repudiado. Todos hemos asistido al encuentro en el calor del hogar en el que uno de los invitados intervenía poco menos que declamando una exposición que finalmente carecía de interés, o aquel otro que sólo con la severidad de su tono consigue acallar los discretos y cautos diálogos de la generalidad. En las tertulias de nuestras tvs nos encontramos fácilmente con buenos ejemplos
ResponderEliminarPor otro lado quesiera recordar en relación a la estructura invisible de la voz los cuentos (o no) que en otros momentos alguien me había colocado. Y es que en ellos se mantenía que cuanto hablamos no son otra cosa que un tipo de onda que se expande no sé hasta dónde. De esta manera, si quisiéramos recuperar y disfrutar de los discursos de Marco Aurelio, la voz sagrada de Jesucristo o el I have a dream de M.L. King, sólo habría que inventar el correspondiente captador y reproductor global que nos ofreciera esas maravillas así como los suspiros y las alegrías de nuestros queridos hermanos en su infancia o en sus estertores. Eso si no desintegran su orden interno al expandirse o se entremezclan con los estruendos del tráfico o de la guerra. ¿Permanece todo verdaderamente sobre nuestras cabezas, voces sin contornos en expansión? Seguimos siendo niños incongruentemente grandones y decepcionados.
Exacto, querido Pedro. Debe haber un equilibrio y una coherencia entre lo que se dice y el tono empleado. Yo como profesor a veces noto que me estoy recreando demasiado y escuchándome y procuro evitarlo, pero, ¿qué manera hay de no ser a veces pedante siendo profesor?
ResponderEliminarEn "El horizonte2 Modiano dice que se nos olvidan las voce, lo cual no sé si es cierto y en "Los enamoramiento" Marías dice que se habla menos alto cuando se está sentado; esto último sí me convence y por eso las reuniones sentadas suelen ser más civilizadas
Saludos cordiales