El mercurio por ejemplo. Imagina una gota de mercurio encima de una mesa de mármol. Luego levanta la mesa y deja resbalar al mercurio. Es como agua pero más perfecto, porque es metal y porque no se seca. Si tiras agua por un cristal, se esparce y se derrite. Y se seca además. El mercurio no. El mercurio es la gota más perfecta que existe. Y aunque el acero sea muy espectacular, el mercurio es más espectacular que el acero, porque es líquido, y frío. El mercurio es una cosa curiosa.
Con la desaparición de los termómetros de mercurio se está perdiendo la primera experiencia de asombro científico de la infancia. Cuando estando uno malo se rompía el termómetro y las gotas de mercurio formaban un curioso rebaño. Al asombro se unía la bruma de la fiebre y la experiencia era muy rara. Esto lo contaba Carlos Marzal en su poema Metal pesado.
Otro día hablaremos del sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas, porque estaba loco intoxicado por mercurio, como era típico en su oficio
No quito mérito a la gota de mercurio, pero la comparación con el agua sale con ventaja. El aceite también es una cosa curiosa con su propiedad de quedarse siempre por encima, como los tertulianos protegidos por las cadenas.
ResponderEliminarEn mis tiempos el practicante, siempre era un hombre, iba por las casas con su jeringuilla hervible y reutilizable. Eran unos culólogos locales, decentemente vestidos, a medio camino social entre el personal de carrera y el manual. A ellos no se les caía el termómetro.
¿Es posible compaginar la naturaleza incólume y los millones de útiles sanitarios monousos? ¿Cómo nos pasa lo que nos pasa con tanta higiene ?
Es que queremos el perro y la cadena, o como dicen los catalanes, a la p--- y a la Ramoneta