Su frase final, que pronuncia ya en la puerta, delante de todo el personal administrativo, reza así: Te lo aseguro, sin las matemáticas, acabarás siendo una vulgar prostituta. (Más adelante descubrirás que el epíteto ‘vulgar prostituta’ tuvo que oírlo la mayoría de las chicas, mientras que a ellos les tocó ‘vulgar criminal’)
Estas son las alternativas que planteaba el director
de la escuela donde estudió Mary Karr. Sin matemáticas, vulgar prostituta, no
hay situaciones intermedias, digamos una filología clásica por ejemplo.