En física, por ejemplo, una minoría selecta de iniciados americanos aceptó y aclamó la teoría general de Einstein mucho antes de que se dispusiera de datos experimentales que la confirmaran. La teoría, que Einstein presentó al mundo en 1915 y 1916, formulaba la hipótesis, insultante para el sentido común, de que la gravitación se debía simplemente al efecto de la curvatura del espacio-tiempo, producido por la materia y la energía. Se anunció que el campo gravitatorio del sol desviaba la luz. Ya se había organizado una expedición a Crimea en 1914 para observar un eclipse con objeto de demostrarlo, cuando la guerra lo impidió. En 1919 fue enviada una nueva expedición a dos remotas islas del Atlántico. La confirmación se transmitió rápidamente a todo el mundo, pero se pasaron por alto ciertos datos inadecuados o inconvenientes con el deseo de adoptar la teoría. Se montaron más expediciones para observar eclipses y probar las predicciones de Einstein, en 1922 a Australia, en el 29 a Sumatra, en el 36 a la URSS y en el 47 a Brasil. No se produjo una comprobación experimental indiscutible hasta el desarrollo de la radioastronomía en los años cincuenta, pero aquel periodo de esfuerzos prácticos no contó para nada. La teoría ya estaba en los libros de texto a partir de los años veinte. Poseía tal fuerza intrínseca, que su belleza resultaba irresistible.
Este es uno de los motivos por los que no me gusta
enseñar el método científico como una receta o guía inflexible que los
científicos siguen al pie de la letra. La cosa funciona de otro modo, existen
las intuiciones, los apaños para llegar a lo que uno quiere, en fin,cosas
típicamente humanas
Ian McEwan siempre presenta mucha ciencia en sus novelas, ya nos
hemos ocupado aquí de Sábado
y de Solar.
En mi cabeza hay un esbozo de analogía entre la estructura de las novelas de
McEwan y las canciones de Sabina, que ambos repiten una y otra vez, pero no me
siento aún capaz de desarrollarla
Las cadenas genéticas y los estudios tan concienzudos de ADN no tienen en cuenta, o yo no sé cómo lo consideran, aquella característica que la voz populi llama nacer con una flor en el culo.
ResponderEliminarEsta ventajosa flor la tuvo Einstein como nos cuenta el autor.En vida y muerto se le creyó merecidamente pero la flor continúa y llegan ñoños wapsaps sin parar atribuyéndole citas maravillosas, recetas para la juventud, la superación, el amor las emociones bien gestionadas etc.
Desde ese punto de vista también tiene Sabina una flor, y cante lo que cante,con sus rimas a lo García Montero, siempre acierta, nunca se le cuestiona como a Rafael.
Como decía el charlatán de las rifas en las ferias:” siempre toca, de que no un pito ,una pelota”.Más tarde ,con el desarrollo ,fue la Chochona,