lunes, 25 de noviembre de 2013

EL EJÉRCITO FURIOSO (FRED VARGAS) Y LA CLASIFICACIÓN DE LOS ARTRÓPODOS

-          Una cochinilla de dos centímetros. En el omoplato izquierdo de Valleray y en el de Lina.
-          ¿Cómo si llevara una especie de insecto gordo pintado en la espalda?
-          No quisiera fastidiarte como Danglard, pero la cochinilla no es un insecto. Es un crustáceo.
-          ¿Un crustáceo? ¿Cómo una gamba, quieres decir? ¿Una gamba sin agua?
-          Una gamba terrestre, sí. Prueba de ello es que tiene catorce patas. Los insectos tiene seis. Por eso las arañas, que tiene ocho, tampoco son insectos.
-          ¿Me estás tomando el pelo? ¿Estás intentando decirme que las  arañas son gambas de tierra?
Al tiempo que Veyrenc abría los caminos de la ciencia a Adamsberg, se preguntaba por qué el comisario no reaccionaba ante la noticia de que Hippolyte y Lina fueran hijos naturales de Valleray
-          No, son arácnidos.
-          Eso modifica alguna cosa- dijo Adamsberg-, pero ¿qué?

-          No modifica demasiado la visión que se tiene de la cochinilla. Es un crustáceo que no se come, eso es todo.
Apasionante sin duda el mundo de los invertebrados y el de los artrópodos concretamente. No los despreciemos porque a ellos pertenece los crustáceos, entre los que se encuentran algunos de los manjares más ricos que existen. No me termina de cuadrar que la cochinilla tenga catorce patas siendo un crustáceo. Aprovecho para recomendar el libro, primero que yo he leído de la serie del comisario Adamsberg pero que en realidad es el último de más de diez.

lunes, 11 de noviembre de 2013

HISTORIA DE UN IDIOTA CONTADA POR ÉL MISMO (FÉLIX DE AZÚA) Y UNA VISIÓN NEGATIVA DEL PAPEL DE LOS CIENTÍFICOS EN LA SOCIEDAD

Como ya he dicho, yo estudiaba ciencias con la intención de seguir luego la especialidad de exactas- un nombre estupendo para esa disciplina, la matemática, que es el arte de la rigurosa inexactitud, como bien sabemos desde Leibniz- y dedicarme profesionalmente a vivir del cuento, a saber, de becas de investigación y memorias científicas perfectamente inútiles sobre tal o cual sutileza desprovista de todo interés. Los estados industriales se ven en la obligación de financiar a un verdadero ejército de parásitos (los llamados científicos) con el fin de justificar la miseria de una población semiesclavizada y embrutecida que cree en el progreso científico, sin entender una sola palabra, como antaño creía en la Asunción de la Virgen. Yo pensaba dedicarme a parásito.

Dejando a un lado la retranca del texto y lo que considero una bonita definición de las Matemáticas, el arte de la rigurosa inexactitud, el texto sólo se justifica y complementa si lo ponemos a la vera del título de la novela de la que está extraído.