lunes, 29 de febrero de 2016

MI ÚLTIMO SUSPIRO (LUIS BUÑUEL) Y LA RELACIÓN CIENTÍFICA ENTRE BUÑUEL Y CAJAL

El caso metió bastante ruido en el mundillo literario. Nosotros decidimos dar un banquete de homenaje a Araquistain y recoger firmas en su apoyo. Mis amigos ultraístas, sabedores de que yo conocía a Cajal del Museo de Historia Natural, en el que le preparaba plaquetas para el microscopio en la sección de Entomología, me pidieron que solicitara su firma, que hubiera sido la más prestigiosa de todas. Así lo hice. Pero Cajal, muy viejo ya, se negó a firmar, aduciendo la excusa de que el periódico ABC, en el que colaboraba habitualmente el Caballero Audaz, iba a publicar sus propias Memorias y temía que, si firmaba, el periódico pudiera rescindir el contrato.
También yo, aunque por razones distintas, me niego siempre a firmar las peticiones que me presentan. Los pliegos de firmas no sirven más que para tranquilizar la conciencia. Ya sé que mi actitud es discutible. Por ello, si me ocurre algo, si me meten en la cárcel, por ejemplo, o desaparezco, pido que nadie firme por mí.  




No es la primera vez que aparece Cajal en este blog, la primera fue para recibir un rapapolvo de Doña Emilia Pardo Bazán. Debe ser cosa seria que te regañe Doña Emilia. Yo no tenía ni idea de esta colaboración entre Buñuel y Cajal, pero me he enterado de cosas muy curiosas con este libro, como  que Buñuel casi mata a Gala o que John Wayne presidía una asociación de apoyo a Franco.
Quizá la información más práctica del texto es la que se refiere a la recogida de firmas. Pienso aplicarla la próxima vez que una muchacha de una ONG me aborde en la Calle Ancha y me diga:¿tienes un minuto?. Negaré con el dedo acelerando el paso al tiempo que voy diciendo, como Buñuel, "sé que mi actitud es discutible"

lunes, 15 de febrero de 2016

LAS ASOMBROSAS AVENTURAS DE KAVALIER Y CLAIN (MICHAEL CHABON) Y LA PARADOJA DE LOS GEMELOS DE EINSTEIN

Su cara parecía haber envejecido menos que la de Sammy o, Dios lo sabía, menos que la de ella, y su expresión, mientras asimilaba las imágenes y los olores extraños de la confortable cocina de su casa modelo Penobscott, conservaba algo del viejo Joe burlón que ella recordaba. Rosa había leído sobre el viajero a la velocidad de la luz del que hablaba Einstein, que volvía después de haber pasado varios años de su vida de viaje y descubría que todo el mundo al que había conocido y querido estaba encorvado o criando malvas. Le parecía que Joe era aquel viajero y que acababa de llegar de un lugar lejano, hermoso e inimaginablemente vacío

Sergiomumo



Pues está bastante bien explicado. La paradoja de los gemelos es un famoso experimento mental (gedankenexperiment) propuesto por Albert Einstein y que ha quedado reflejado en películas como Interstellar.  A mí lo de experimento mental siempre me ha sonado a oxímoron, pero la cuestión es así: un gemelo se queda en la Tierra y el otro viaja a velocidades próximas a la de la luz hacia el espacio exterior; la percepción del tiempo es distinta para los hermanos. El que se ha quedado en tierra envejece mucho más que el viajero. En realidad es un problema antiguo, el de la percepción del tiempo y el de la sincronización de los relojes 

lunes, 1 de febrero de 2016

DIARIOS 1999-2003 (IÑAKI URIARTE) Y CÓMO SE APAÑABAN LOS MIOPES ANTES DEL DESARROLLO DE LA ÓPTICA

Es cierto que en aquella época todavía la gente solía leer en voz alta, o por lo menos moviendo la lengua. Y es cierto también que el primero de quien se sabe que leía en silencio fue san Ambrosio, por algo que dice san Agustín en las 'Confesiones'. Yo me enteré de ello hace muchos años, en un artículo de Borges, y la imagen se me quedó grabada. Que alguien hubiera inventado de repente, y tan tarde, la lectura en silencio, me pareció extraordinario, sobre todo por lo inverosímil de su implicación: que ni Platón ni Séneca, por ejemplo, hubieran sabido nunca leer en voz baja. No llegué a creérmelo del todo. De Séneca se decía que había leído todos los libros de Roma con un globo relleno de agua. Como no existían las gafas, empleaba aquel artilugio a modo de lente. No creo que encima lo hiciera en voz alta


Sergiomumo


Parece que hasta el siglo XIII más o menos no aparecen las primeras gafas. Hasta entonces el personal se arreglaba con soluciones caseras como la de Séneca, incluidas unas 'piedras de leer' que conseguían aumentar el tamaño de las letras. A mí el invento de las gafas me parece, junto con el del inodoro, una de las cosas que nos convierte en verdaderos humanos civilizados
(Se informa a los amables lectores que la semana que viene este humilde blog cumple los cinco años, muchas gracias a todos)