lunes, 28 de marzo de 2016

LAS MOCEDADES DE ULISES (ÁLVARO CUNQUEIRO) Y LAS FAMILIAS DE GRAMÍNEAS

Ante mí desplegaba el prado el mapa de las gramíneas: las setarias con sus altivos panizos, el antoxanthos perfumado, el milio que abre en julio hermosas sombrillas para los grillos cantores, la inquieta cola de gato del fleo, y el pompón de cola de liebre de la dulce lagura. Y la avena fatua, y el holco, que si niño haces por juego un jardín en la ribera de un canalillo, y lo plantas con varias hierbas y florecillas, se te ocurre viéndolo en junio con las pequeñitas flores rojas por entre la espesura foleal de las ramillas, que puedes poner un naranjo cabe el portillo. Distinguía los bromos de las festucas, y tumbado en lo alto del prado, se asomaban sobre mi frente las colgantes espiguillas del bromo estéril, que nacen verdes y mueren dulcemente azules…



"La Botánica no es mi fuerte y tampoco, para qué negarlo, mi pasión", con estas palabras se comentaba la anterior entrada que ha aparecido en este blog sobre Botánica. Reconozco, no obstante, su capacidad de dar prestigio y empaque a un buen texto descriptivo. Si uno lo piensa bien las plantas pueden dar algo de miedo, son como extraterrestres.
Soy capaz de disfrutar un paseo por el campo sin conocer el nombre de las plantas y árboles que veo, igual que disfruté de la exposición retrospectiva de Kandisky que vi el otro día.

lunes, 14 de marzo de 2016

EL SENTIDO DE UN FINAL (JULIAN BARNES) Y LA ONDA DE MAREA O MACAREO

Uno que afluye- individual y nítido- fue el de la noche en que presencié el Severn Bore. El periódico local publicaba un calendario que indicaba cuándo y dónde cotemplarlo mejor. Pero la primera vez que lo intenté no pareció que el agua obedeciese a sus instrucciones. Después, una noche en Minsterworth, unos cuantos de nosotros aguardamos en la orilla del río hasta pasada la medianoche y al final fuimos recompensados. Durante una o dos horas observamos el río que fluía suavemente hacia el mar, como hacen todos los buenos ríos. Las ocasionales exploraciones de unas linternas potentes reforzaban la luz intermitente de la luna. Entonces se oyó un susurro, los cuellos se estiraron y todas las sensaciones de humedad y frío se desvanecieron cuando el río simplemente cambió de opinión y una ola entre sesenta y noventa centímetros de altura vino hacia nosotros y el agua rompió en toda la anchura del río, de una orilla a la otra. Este oleaje impetuoso llegó a nuestra altura, pasó de largo y se perdió culebreando en la distancia; algunos de mis compañeros lo persiguieron, gritando, maldiciendo y cayendo al suelo a medida que les rebasaba; yo me quedé solo en la orilla. Creo que no puedo expresar como es debido el efecto que me causó aquel momento. No era como un tornado o un terremoto (aunque no había presenciado ninguno): la naturaleza que se vuelve violenta y destructiva y nos pone en nuestro sitio. Era más perturbador porque daba la impresión y la sensación de un error silencioso, como si hubieran bajado una palanquita del universo y allí, durante aquellos minutos, hubieran invertido el curso de la naturaleza y a la vez del tiempo. Y presenciar aquel fenómeno de noche lo volvía aún más misterioso, más sobrenatural


Sergiomumo

Curioso fenómeno éste y muy apreciado por los surfistas, pues da lugar a una ola enorme y regular. Nunca lo he presenciado, y eso que he estado en Bristol. Como mucho vi hacer algo raro al Guadalquivir una vez en Coria, y también una vez comiendo en El Rana Verde a la vera del Tajo me pareció apreciar algo que me hizo desorientarme. Los surfistas deben estar atentos a los horarios, porque como pierdan la ola, la próxima no pasa hasta doce horas después, así que entre ellos se producen conversaciones de camaradería como cuando uno llega a la playa y pregunta si está llenando o vaciando.
En España no hay ningún río en que se produzca este fenómeno, es una pena, porque yo pagaría dinero por hacer surf bajo el puente de Triana.