lunes, 20 de julio de 2015

ODA AL ÁTOMO (PABLO NERUDA), CANTIFLAS Y LA ESTRUCTURA DEL ÁTOMO



Pequeñísima

estrella,
parecías
para siempre
enterrada
en el metal: oculto,
tu diabólico
fuego.
Un día
golpearon
en la puerta
minúscula:
era el hombre.
Con una
descarga
te desencadenaron,
viste el mundo,
saliste
por el día,
recorriste
ciudades,
tu gran fulgor llegaba
a iluminar las vidas,
eras
una fruta terrible,
de eléctrica hermosura,
venías
a apresurar las llamas
del estío,
y entonces
llegó
armado
con anteojos de tigre
y armadura,
con camisa cuadrada,
sulfúricos bigotes,
cola de puerco espín,
llegó el guerrero
y te sedujo:
duerme,
te dijo,
enróllate,
átomo, te pareces
a un dios griego,
a una primaveral
modista de París,
acuéstate
en mi uña,
entra en esta cajita,
y entonces
el guerrero
te guardó en su chaleco
como si fueras sólo
píldora
norteamericana,
y viajó por el mundo
dejándote caer
en Hiroshima.



Despertamos.


La aurora
se había consumido.
Todos los pájaros
cayeron calcinados.
Un olor
de ataúd,
gas de las tumbas,
tronó por los espacios.
Subió horrenda
la forma del castigo
sobrehumano,
hongo sangriento, cúpula,
humareda,
espada
del infierno.
Subió quemante el aire
y se esparció la muerte
en ondas paralelas,
alcanzando
a la madre dormida
con su niño,
al pescador del río
y a los peces,
a la panadería
y a los panes,
al ingeniero
y a sus edificios,
todo
fue polvo
que mordía,
aire
asesino.



La ciudad
desmoronó sus últimos alvéolos,
cayó, cayó de pronto,
derribada,
podrida,
los hombres
fueron súbitos leprosos,
tomaban
la mano de sus hijos
y la pequeña mano
se quedaba en sus manos.
Así, de tu refugio
del secreto
manto de piedra
en que el fuego dormía
te sacaron,
chispa enceguecedora,
luz rabiosa,
a destruir vidas,
a perseguir lejanas existencias,
bajo el mar,
en el aire,
en las arenas,
en el último
recodo de los puertos,
a borrar
las semillas,
a asesinar los gérmenes,
a impedir la corola,
te destinaron, átomo,
a dejar arrasadas
las naciones,
a convertir el amor en negra póstula,
a quemar amontonados corazones
y aniquilar la sangre.



Oh chispa loca,
vuelve
a tu mortaja,
entiérrate
en tus manos minerales,
vuelve a ser piedra ciega,
desoye a los bandidos,
colabora
tú, con la vida, con la agricultura,
suplanta los motores,
eleva la energía,
fecunda los planetas.
Ya no tienes
secreto,
camina
entre los hombres
sin máscara
terrible,
apresurando el paso
y extendiendo
los pasos de los frutos,
separando
montañas,
enderezando ríos,
fecundando,
átomo,
desbordada
copa
cósmica,
vuelve
a la paz del racimo,
a la velocidad de la alegría,
vuelve al recinto
de la naturaleza,
ponte a nuestro servicio,
y en vez de las cenizas
mortales
de tu máscara,
en vez de los infiernos desatados
de tu cólera,
en vez de la amenaza
de tu terrible claridad, entréganos
tu sobrecogedora
rebeldía
para los cereales,
tu magnetismo desencadenado
para fundar la paz entre los hombres,
y así no será infierno
tu luz deslumbradora,
sino felicidad,
matutina esperanza,
contribución terrestre.

Tanto el vídeo de Cantinflas como el poema de Neruda parecen reducir el átomo a su relación con la bomba atómica. ¡Hombre, eso no es así! el átomo no es solo un yanki malvado, también puede contribuir al bien de la sociedad, como parece dejar caer haca el final el poema de Neruda. Los átomos, como los americanos de Amanece que no es poco, también tienen sus cosas buenas
De todas formas, lo mejor de esta entrada, no es Neruda, Cantinflas, ni siquiera el átomo. Para mí lo mejor es el alumno de Cantinflas, con una buena disposición hacia la pedagogía difícil de encontrar en el alumnado de hoy en día

lunes, 6 de julio de 2015

EL JOVEN VENDEDOR Y EL ESTILO DE VIDA FLUIDO (FERNANDO SAN BASILIO) Y EL CÁLCULO DE PORCENTAJES

-          ¿Cómo un diez por ciento?- El hombre dejó las bolsas de Alcampo en el suelo-: ¿un diez por ciento sobre el precio de cada producto o un diez por ciento del total?
-      Mmm.



      No es uno de los objetivos principales del blog aclarar dudas concretas, pero si se tercia una pues se resuelve. El dependiente se lo piensa, pero es lo mismo, el % del total o de cada uno de los productos. Cuando se lo comenté a mi señora, que es matemática, me dijo que no era lo mismo, que estaba equivocado. Luego lo pensó mejor y reconoció que daba igual el porcentaje del total o las suma de los porcentajes parciales. Quizá en un primer impulso prevaleció la proverbial negación hacia el marido de la mujer española y posteriormente se impuso la verdad y la ciencia.
La curiosa novela que nos ocupa presume de desarrollarse íntegramente en un centro comercial de Madrid, La Vaguada, a la  manera en que alguna película presume de ser rodada en un único plano secuencia o alguna otra filigrana formal.