lunes, 27 de diciembre de 2021

DECADENCIA Y CAÍDA (EVELYN WAUGH) Y EL PROBLEMA DEL CAZADOR Y EL MONO

 —«Apunta alto» ha sido siempre mi lema —dijo sir Humphrey—, durante toda mi vida. Probablemente uno no consigue todo lo que quiere, pero algo conseguirá. Mas si apunta bajo no obtiene nada. Es como tirarle una piedra a un gato. Cuando yo era niño, ese solía ser un gran deporte en nuestro barrio. Apuesto a que usted arrojaba pelotas de cricquet cuando tenía esa edad, pero es lo mismo. Si se la arroja directamente, no le alcanza. Apunte alto, y, con un poco de suerte, le acertará. Todos los chicos lo saben. Le contaré la historia de mi vida.

Apunta alto es un buen consejo en general, pero en este caso en particular creo que no es del todo correcto. O al menos no coincide con la solución del famoso experimento mental del cazador y el mono. Con sencillas ecuaciones de Física elemental (que no expongo aquí por no ahuyentar al ya de por sí hipotético lector) puede demostrarse que si el mono (o el gato) se caen en el momento de escuchar el disparo, el cazador siempre acierta si ha apuntado al mono. Claro que al tirar una piedra puede que el gato reaccione y caiga más tarde, y que de ahí venga el  ajuste que propone Evelyn Waugh en esta novela cuyo título resulta tan apropiado para este comentario que hemos hecho hoy

lunes, 13 de diciembre de 2021

LOS DÍAS PERFECTOS (JACOBO BERGARECHE) Y LA INFATIGABLE APARICIÓN DEL ÓXIDO

 Es de un álbum suyo que se llama Rust Never Sleeps. El óxido nunca duerme. El tipo lo tomó prestado de un anuncio, era el eslogan de Rust-Oleum, un fabricante de productos químicos para proteger contra la voracidad de ese óxido insomne e infatigable a coches, barcos, todo tipo de vehículos metálicos. En el garaje verás que tengo decenas de aerosoles y lubricantes de esa marca, tienen pinturas hasta para tubos de escape que aguantan temperaturas infernales. Estaría bien haber descubierto a tiempo el potingue que había que echarle a lo nuestro para haberlo prevenido del óxido.

El proceso de corrosión de los metales, su oxidación, es un proceso termodinámicamente inexorable, que solo es posible retrasar. Es algo parecido al envejecimiento. Me gusta el eslogan El óxido nunca duerme porque nos da idea de que por muchas maneras que intentemos sujetar y retrasar su aparición, el óxido sigue ahí como un pelma ineludible, que insiste en visitarnos. Qué degradación y qué humillación para un metal brillante y bello verse convertido en virutillas débiles y miserables. La única causa noble que se me ocurre para los óxidos es la del óxido de hierro, que da el color característico al albero de plazas de toros y pistas de tenis.

Hay múltiples maneras de luchar contra la corrosión, desde proteger el metal con pintura hasta una conocida como el ánodo de sacrificio, en la que se coloca al lado del metal a proteger otro metal menos valioso y más propenso a oxidarse, de tal manera que el aire y el agua se van a por él, y este metal poco valioso se sacrifica. Este es el método con el que protegen los oleoductos enterrados o sumergidos