lunes, 28 de diciembre de 2020

DEPORTE DERIVADO EN EL CORREDOR DE LOS TORNADOS (DAVID FOSTER WALLACE) Y LA OMNIPRESENCIA DE LAS MATEMÁTICAS

 Cuando salí de mi pueblecito perdido en el Illinois rural para asistir al alma máter de mi padre en las escarpadas y lúgubres montañas Berkshire al oeste de Massachusetts, de repente me empezaron a flipar las matemáticas. Empiezo a entender por qué me pasó. Las matemáticas superiores suscitan y catartizan la morriña de los habitantes del Medio Oeste. Yo había crecido en el seno de vectores, líneas y más líneas trazadas de banda a banda, cuadrículas y, al nivel del horizonte, enormes curvas de fuerza geográfica, extraños remolinos de agua en el desagüe topográfico de una vasta extensión de tierra planchada por el hielo, asentada y girando sobre las placas tectónicas. El área que se extiende detrás y debajo de estas curvas amplias en la costura de la tierra con el cielo yo ya la podía dibujar a simple vista antes de conocer los infinitesimales como herramientas y las integrales como método. Las matemáticas en mi facultad montañosa del este fueron como un despertar; desmantelaron el recuerdo y lo sacaron a la luz. El análisis matemático me resultó, de forma bastante literal, un juego de niños.



Las matemáticas están en todas partes, aunque algunos paisajes son más explícitos que otros, el Medio Oeste por ejemplo, pero también los olivares de la provincia de Jaen. La capacidad de abstraer los entes matemáticos de la naturaleza es muy peligrosa, propia de inteligencias desmesuradas y uno de los caminos más cortos y directos hacia la locura.

Yo he vuelto a leer los textos de Foster Wallace (que tanto me gustó en mi juventud) sobre el tenis, porque me estoy dedicando a este deporte (tan lleno de geometría y trigonometría, por otra parte) obligado por la COVID, mutando de pachanguero de futbito a tenista. De hecho, la muerte de Maradona me sorprendió jugando al tenis, paradoja que me dejó un poco de rara sensación de culpabilidad

lunes, 14 de diciembre de 2020

EL BAR DE LAS GRANDES ESPERANZAS (J.R. MOEHRINGER) Y LOS BARES COMO FOROS DONDE DEBATIR DE CIENCIA

 A veces el bar me parecía el mejor sitio del mundo, y otras creía que era el mundo entero. Tras un día particularmente duro en el Times, encontré a los hombres sentados en círculo en la esquina de la barra del tío Charlie. Habían dispuesto unos adornos de cóctel en forma de sistema solar, un limón a modo de sol, y movían una aceituna a su alrededor, explicando por qué en Nueva York anochece antes que en California, por qué cambian las estaciones, cuántos milenios nos quedan hasta que todo se vaya a la mierda. Yo me coloqué detrás de ellos, dejando que su conversación orbitara a mi alrededor. ¿Y qué es eso del agujero negro? Una cosa que chupa todo lo que le pone en el camino. O sea, que es como mi ex. Exacto, pero más pequeño. Pienso contarle lo que acabas de decir. Un agujero negro es como el Gran Cañón pero con más gravy. Con más gravy, no, gilipollas. Con más gravedad. ¿Y yo qué he dicho? Para distinguirlos, piénsalo así: El universo se sostiene gracias a la gravedad; tu mujer se sostiene gracias al gravy. No uséis una aceituna para la Tierra. Las aceitunas me dan asco. ¿Qué tienes contra las aceitunas? Los huesos. No me gustan las cosas de comer que me atacan. ¿Pero quién coño se ha comido Marte? Lo siento, es que es veo una cereza y no puedo evitar comérmela. Pero bueno, ¿cuánto mide la Tierra, joder? Mide cuarenta mil kilómetros de circunferencia. Parece casi una distancia que se podría hacer a pie. Pero si a ti no te gusta ir a pie ni a la esquina a comprar el Daily News. ¿Y me estás diciendo que todos los que estamos en este garito vamos a ciento siete mil kilómetros por hora en este momento? Ahora entiendo por qué estoy tan mareado

Aparentemente,  un bar no es el sitio más propicio para debatir sobre ciencia ( técnicamente es muy difícil discutir sobre ciencia) pero el alcohol todo lo puede.

Todo está muy bien explicado, los agujeros negros, el sistema solar, la velocidad de traslación de la Tierra, que es mayor en invierno, el diámetro de la Tierra… ¡Qué cosa tan extraordinaria un bar con una buena parroquia! Como decía aquella copla:

“si el sitio es calentito,

Con gente con quien reír y discutir

Qué mas da si es un hogar o es un bar”