lunes, 28 de junio de 2021

CASI UN SANTO (ANNE TYLER) Y LA FAGOCITOSIS

 EN LA clase de biología de tercero Ian había observado por el microscopio que una ameba con forma de salpicadura se acercaba a una mota de comida y la rodeaba paulatinamente. Había seguido moviéndose, más ancha y redondeada ya, y se había deformado para hacer sitio a la comida que había en su interior.

Así se esforzaba Ian por asimilar la muerte de Danny.



Un buen ejemplo de uso de términos científicos, una comparación clásica. Un mal trago se ‘digiere’, por fagocitosis en este caso, y se supera, por seguir la analogía digestiva, cuando se excreta

lunes, 14 de junio de 2021

EL RABINO PAGANO (CYNTHIA OZICK), MIRÍADAS (CARLOS MARZAL) Y LA DANZA (EBRIA) DE LOS ÁTOMOS

 - Déjame continuar- me pidió Sheindel, y siguió leyendo con voz grave-. ‘Es falsa la historia de la filosofía y falsa la religión que postulan que nosotros, los seres humanos, vivimos rodeados de cosas. Las artes de la física y la química empiezan a darnos otras perspectivas, pero su sentido de la compasión es nuevo, y son pocos los que la siguen fielmente hasta su lógico y hermoso fin. Las moléculas danzan en el interior de todas las formas, y dentro de las moléculas danzan los átomos y dentro de los átomos danzan fuentes aún más profundas de animación divina. No hay nada muerto. La no-vida no existe. La sagrada vida subsiste incluso en la piedra, incluso en los huesos de los perros muertos y los hombres muertos. Por consiguiente, en la fecunda creación de Dios no existe posibilidad de idolatría, y por tanto tampoco es posible cometer esa presunta abominación.’



Nadie está nunca quieto. Los orbitales deben ser recorridos y ocupados y la construcción del caos nunca cesa, el espacio se revela vivo,  como en Miríadas, el poema deCarlos Marzal que cantó Antonio Arias:

Sobre la diagonal de luz dorada
que deshilvana la quietud del aire;
en ese rayo de ámbar intangible
donde el espacio se revela vivo,
baila el polvo en desorden,
danzan, ebrios, los átomos.
Miríadas de un mundo que no vemos