lunes, 20 de enero de 2014

LA TENTACIÓN DEL FRACASO (JULIO RAMÓN RIBEYRO) Y EL CONCEPTO DE TIEMPO.

La tentación del fracaso es un libro que comprende los diarios de Julio Ramón Ribeyro de 1950 a 1978. Me han gustado mucho y me quedo con la sensación de que conozco muy bien a Julio Ramón; me encanta leer diarios y de este me gusta hasta el título. Los buenos títulos aguanta bien un cambio en su orden y así, El fracaso de la tentación también quedaría bien. En cuanto al tiempo, a mí lo que me extraña es que sea algo tan misterioso para el hombre y a la vez seamos capaces de medirlo con tanta precisión. El que el hombre  mida el tiempo era para Juan de Mairena la prueba de su mortalidad, porque si fuéramos inmortales, ¿para qué medirlo?


Hay nociones que nuestra inteligencia no ha podido hasta ahora explicar, ni siquiera concebir, por más que durante siglos se haya aplicado a ello. Una es el infinito, pero pienso sobre todo en el tiempo. Toda tentativa por comprender este fenómeno o definirlo tropieza con tal dificultad que nuestra razón desfallece y sólo tiene que recurrir a la metáfora o a la relación analógica para representárselo: el río, el camino, el continente de nuestro ser. A tal punto que he escuchado decir a un célebre filósofo que como el tiempo no es un objeto tampoco es un problema, a lo más un misterio. Con lo que no se resuelve nada. Quizás una de las maneras de abordar el tema sería considerarlo como el receptáculo del acontecer, la suma de los sucesos, y definirlo así no por lo que es sino por lo que contiene. Pero ello tampoco es satisfactorio. En todo caso lo que nosotros podemos concebir es un espacio sin tiempo, pero no un tiempo sin espacio. El tiempo necesita de las cosas para existir. En un universo absolutamente vacío el tiempo no existe. El tiempo es así una cualidad del ser. Pero que no puede separase de él. El tiempo no puede aislarse ni almacenarse, ni en un calendario, ni en una clepsidra. No podemos ahorrarlo para utilizarlo luego. El tiempo desaparece conforme se usa. Hacia atrás no hay absolutamente nada: nada separa el día de ayer de la batalla de Lepanto, están unidos por su propia inexistencia. En este sentido el único tiempo posible es el futuro, pues lo que llamamos presente no es sino una permanente desaparición. Pero el futuro mismo no sabemos no sabemos en qué consiste, es una mera posibilidad. Sabemos que está allí, que está siendo, pero ¿dónde? Sólo podría decir que es la caída de nuestro ser.

lunes, 6 de enero de 2014

SENILIA:REFLEXIONES DE UN ANCIANO (ARTHUR SCHOPENHAUER) Y EL CALOR ESPECÍFICO

Cuando un cuerpo, para ser elevado a un determinado nivel de temperatura, tiene mayor necesidad que otro cuerpo de recibir calor procedente de fuera, decimos que posee una superior capacidad de calor. Por ejemplo, el aceite de linaza tiene la mitad de capacidad que el agua. Para llevar una libra de agua a 60 grados Réamur, se requiere tanto calor como para derretir una libra de hielo, con lo que el calor queda latente. En cambio, el ACEITE DE LINAZA es llevado a 60 grados con la mitad de calor aportado, pero, al entregar de nuevo ese calor y descender a 0, solo puede derretir media libra de hielo.
Pues poco puedo comentar de este texto de Schopenhauer, creo que lo explica bien, aunque en la parte final no sé si se hace un lío o yo pierdo el hilo, además que lo de calor que queda latente me induce a error por el concepto de calor latente, pero por lo demás, muy bien ArthuR.
Añado que yo no tenía ni idea de la escala Réamur y que este texto lo encontré a modo de cita introductoria de otro libro: "El joven vendedor y el estilo de vida fluido", de Fernando San Basilio.