—Bueno, no. De lo que hablo es…, ya sabes, de la luna y las mareas. Es la fuerza gravitacional de la luna.
—¿De qué hablas?
—Ya sabes, de cómo suben y bajan las mareas, eso es debido a la luna.
Danielle se detuvo y se volvió. Ahora era ella la que dudaba de si se trataba de un chiste.
—¿Me tomas el pelo? —le dijo.
—Claro que no. Yo nunca haría eso.
—¿Es por eso por lo que la marea sube y baja? ¿En serio?
Val asintió.
Danielle abrió como platos sus hermosos ojos. Al parecer eso para ella era toda una revelación, y de las importantes.
Todos tenemos nuestras lagunas, unos más que otros, claro, pero nunca hay que dar nada por sabido. Yo tenía casi 20 años cuando descubrí que la palabra elixir era así, y no ‘exilir’ como creía mi mente. Alguien te tiene que contar algo por primera vez, o leerlo o escucharlo en algún sitio.
Por eso es tan importante la divulgación científica. Esto de no dar nada por sabido lo sabemos muy bien los profesores que al fin y al cabo no somos más que divulgadores en primera línea de fuego. En realidad, deberíamos alegrarnos cada vez que aprendemos algo nuevo para nosotros pero que era casi evidente, es la forma más sencilla de sentirse joven de nuevo
Los hay que confían tanto en la perfección inalterable del sistema terrestre y solar que les sobran las explicacio0nes científicas. Pues claro, qué necesidad hay de llamar kartofen a lo que es queso. Esto ralentiza algo el PIB científico pero en compensación existe otro personal interesado en explicar las subidas y bajadas de marea del comportamiento humano y esto da lugar a informes universitarios de Wisconsin o a programas como Sálvame. Y es verdad que todos nos caemos del caballo alguna vez al enterarnos que tenemos píloro.
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