Quintín siempre se creyó un genio llamado a renovar las matemáticas. El sueño de su padre era que estudiara ingeniería aeronáutica. Por eso, su decisión de estudiar matemática teórica lo decepcionó. Le preguntó que por qué lo hacía y él respondió desafiante que las ciencias aplicadas eran para los débiles; la matemática teórica era la aristocracia de las ciencias.
Las ciencias aplicadas son para los débiles, dice el texto y es una línea de pensamiento bastante arraigada entre algunos sectores de matemáticos y físicos. Yo la encuentro bastante divertida y con su puntito de verdad, como todos los tópicos y como todas las exageraciones. El viernes pasado hablábamos aquí de los recelos recíprocos entre ciencias y letras. Hoy los de letras no entran siquiera en consideración. Como químico que soy reconozco que la dificultad de una carrera es directamente proporcional a los años de matemáticas que hay en ella. Pero no se habla aquí solo de dificultad, sino del carácter plebeyo que supone buscarle una aplicación a lo aprendido, al estudio. Esa visión romántica del saber por sí mismo no es en realidad exclusiva de las matemáticas puras o teóricas, sino que podrían también compartirlas carreras como Filología Clásica
me cuentan el caso de una niña china que sabe poco español pero que domina el vocabulario y la sustancia matemática, como ejemplo de matemáticas teóricas , ajenas al grifo y a los kilos.
ResponderEliminarEstá bien compararlo con el estudio del latín y el griego: el regocijo ante un buen gerundivo no tiene que ver con esos consuelos pedagagícos de ajedrez del cerebro o raíces médicas.
Quintín como nombre está desacreditado desde que Arniches escribió y popularizó el sainete Don Quintín el amargao
Dear Woman
ResponderEliminarQuintín es el padre de uno de los Cinco. Se me olvidó poner en esta entrada una frase de Einstein que viene a cuento, aunque igual es falsa, como mucha de las que le adjudican. La frase, bastante famosa, dice:
Las matemáticas puras son, en su forma, la poesía de las ideas lógicas
Vengaaaaaaaaa
La presente entrada parece una sugerencia explícita a que el lector simpatice o arguya en defensa de cualquiera de ambas modelaciones sobre los números. Efectivamente, bienvenidas las cifras que apoyan y respaldan a los agricultores, los veterinarios o los relojeros y, por otro lado, adelante aquellas mentes puras que, sin dañar a nadie, especulan con el trayecto interminable del dígito proyectado sobre sí mismo.
ResponderEliminarDe igual manera se establece una dialéctica semejante entre esas hermanitas de los pobres que recorren las calles y visitan las casas empobrecidos, en tanto que los monjes del Tíbet articulan sus mantras y dirigen su atención a la nada
Estimado Anónimo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el análisis de la entrada de esta quincena, la comparación con monjas y monjes finísima, muy buena
Un saludo cordial