lunes, 22 de octubre de 2018

EL RECURSO DEL MÉTODO (ALEJO CARPENTIER) Y EL PÉNDULO DE NEWTON

Al aparecer el ‘estilóbato’, el codazo al Embajador de Inglaterra había repercutido en el costado del Embajador de Italia; del ‘estilita’ al ‘arquitrabe’, del ‘Erecteo’ al ‘Hipas’, los codazos habían corrido, en serie, de embajador a encargado de negocios, de ministro consejero a agregado cultural, hasta el descarnado costillar del Agente Comercial Japonés, que, medio dormido pues no entendía el idioma, estuvo a punto de ser despedido por el empellón, como la bola última del aparato de física que es lanzada al aire cuando la acción de una primera bola del mismo peso, comunica su energía percusiva a seis bolas intermedias, idénticas entre sí


La escena es la siguiente: un orador famoso por pedante está hablando y el auditorio se golpea canalla y solidariamente a cada término excesivo que se recrea en la retórica. Todo el mundo ha vivido una situación semejante, aquí son codazos pero valen igualmente pellizcos y patadas para subrayar el cachondeo.
Sobre el péndulo de Newton, cuya presencia ameniza las salas de esperas de todas las consultas médicas de España, existe una demostración muy elegante aplicando la conservación de la cantidad de movimiento y de la energía para el hecho de que por muy fuerte que empuje uno una bola solo consigue levantar una en el otro extremo. Y por muy flojo que levante dos bolas otras dos son despedidas al otro lado.
Yo siempre que miro un péndulo de Newton por un tiempo acabo tarareando una bambera, ese palo flamenco que adapata los cantes de columpio

2 comentarios:

  1. ¿Por qué a unos oradores se les enciende la lucecita del efecto ridículo y reculan y otros no detectan el penduleo?
    ¿Por qué hay siempre oyentes caritativos que rehúsan el penduleo y otros que se refocilan?
    ¿Por qué hay personas que innecesariamente llaman hueco poplíteo a las corvas?
    "Como alcalde vuestro que soy os debo una explicaci´0n y esta explicación que os debo os la voy a pagar porque os la debo, como alcalde vuestro que soy..."
    Claridad expresaba Pepe Isbert aunque no veía al señor bajito

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  2. Hay que volver a apreciar la pedantería, en mi opinión.
    “¿Qué modo hay de que un hombre consagrado a la enseñanza no sea un poco pedante?”, se preguntaba Juan de Mairena, y tenía razón, porque etimologías aparte los profesores estamos obligados a distribuir pequeñas cápsulas de pedantería en las clases, que de vez en cuando son recibidas adecuadamente.
    Así que menos cachondeo con los pedantes, yo mismo me justifico metapedantemente cada vez que suelto algún "éstilóbato", salgamos del armario los pedantes y si critican que cirtiquen, a los que se cachondean les contesto con palabras de Eduardo Morga, no hay que abusar del cachondeo porque la "ironía convive con la melancolía, su hermana siamesa"
    Saludos cordiales

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