lunes, 17 de diciembre de 2018

RATAS EN EL JARDÍN (VALENTÍ PUIG) Y LA CONTRIBUCIÓN DE LA GRAVITACIÓN NEWTONIANA A NUESTRA FELICIDAD

Espléndido instante solitario de plenitud feliz. Todo gira alrededor de esta satisfacción, pero no de mí, no alrededor de un ego autocomplaciente, sino pletórico aunque no sea un día de trabajo provechoso. En casos así, la gravitación newtoniana es perfecta: los platos se mantienen sobre la mesa, cuchara y tenedor no se caen de las manos, el champán pasa de la botella a la copa sin accidentes, las conversaciones de los demás comensales suenan a una distancia remota y los camareros entienden que todo tiene que ir aún mejor

 Tal y como escribió Gonzalo Torné en El Cultural de El Mundo, el autor de este blog desdeñó el lado previsible de la simple búsqueda de gazapos. No por elegancia sino por intentar desconectar de su trabajo de profesor y su tarea de padre, que ya satisface con creces sus deseos de andar regañando.
Así pues, dice bien Valentí Puig: la gravitación newtoniana es perfecta, en casos así y casi siempre. Y si una de sus funciones es redondear la felicidad de alguien no seré yo quien lo contradiga. Yo mismo he notado alguna vez cómo las ecuaciones de Maxwell me hicieron sonreir

1 comentario:

  1. A propósito de la gravitación newtoniana y antes de que las leyes salieran adelante ,voy a recordar un gran milagro que aconteció allá por el siglo XV en lo que se llamaba El reino de Valencia. Hasta hace bien pocos años entre los agricultores se hablaba de las naranjas que venían del Reino. Ahora de lo de Reino, res de res.
    En dicho Reino vivía San Vicente Ferrer, que era un fraile dominico predicador y milagrero. Su fama de milagrero era tan notoria que el obispo le prohibió actuar sin su permiso. Iba un día por la calle San Vicente y vió cómo se caía un albañil de un andamio. Levantó su dedo índice y le dijo "Mantente en el aire un poquico que voy a ver si me deja el obispo hacer el milagro". Y lo mantuvo suspendido en el aire hasta obtener el permiso del obispo. Además hablando en valenciano pues eso se llevaba en el Reino, y él era conocido como Vicent el del ditet porque cuando hacía el milagro levantaba el dedo.
    De la devoción del Reino por su San Vicente , proviene que haya tantos Vicentes allí, ya entrados en años, pues con el paso del tiempo que tanto muda la nomenclatura de las criaturas , ya no se encuentran apenas vicenticos por el Reino

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