lunes, 6 de mayo de 2019

EL HÚSAR EN EL TEJADO (JEAN GIONO) Y LAS LIMITACIONES DE LAS AUTOPSIAS

Supongamos que tenemos a un hombre, o a una mujer, abierto de la cabeza a los pies como un buey en el mostrador sobre el cual se inclina el facultativo con todo su instrumental. Este último puede saber muy bien de qué ha muerto el hombre, o la mujer. Pero el sentido profundo del ‘porqué’ es otro asunto. Un asunto que, para ser esclarecido, necesitaría el conocimiento de ‘cómo’ ha vivido ese hombre, o esa mujer. Ocurre que ese hombre, o esa mujer, ha amado, odiado, y mentido y ha sido objeto del amor, el odio y la mentira de los demás. Pero de eso no queda ninguna huella en la autopsia



No se puede pedir peras al olmo. El alma humana es insondable en sus dos acepciones y plausible, también en sus dos acepciones. Sólo faltaría que en la autopsia nos cotillearan todas las intimidades. En justa reciprocidad, un amigo íntimo no sabe nada acerca del estado en el que se encuentra tu páncreas.
Curioso que esta novela de mitad del siglo XX sea pionera en el uso del lenguaje inclusivo, con tanto hombre, o mujer

2 comentarios:

  1. Pese a las leyendas urbanas, afortunadamente, uno no se muere de pena o de aburrimiento o de amor. Y digo afortunadamente porque existe la fuerza vital e independiente de los riñones y otros órganos, material del forense del gorro verde del dibujo.
    Estoy leyendo La vida por delante, de Romain Gary. En un París de negros sin papeles , un chiquillo cuida a Madame Rosa que estaba a punto de morir: toda la negritud solidaria del inmueble está pendiente de la muerte "que iba a producirse en el momento oportuno cuando todos sus órganos conjugaran todos sus esfuerzos en este sentido" . Esta era la opinión de Mohamed el cuidador
    Muy bien que se hable de hombre y de mujer en un tema tan serio. Lo de un cadáver una cadávera inclusivo no mola nada

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  2. Dear woman
    Me alegra que aprecie el arte de los nuevos ilustradores que ha contratado el equipo editorial de este blog.
    Tomo nota de la recomendación literaria, por salir del mundo americano, que lo absorbe todo; aunque como decía el otro, los americanos también tienen sus cosas buenas.
    Ayer lei a Ignacio Echeverría que había tantos americanos novelistas de la segunda mitad del siglo XX, que aún queda muchas perlas por descubrir, tipo Stoner. Él se refería a "Las hijas de otros hombres", de Richard Stern.
    En la modesta biblioteca que frecuento veo que el libro que tienen de Romain Gay es "Las raíces del cielo", lo leeré
    Vengaaaaaaaa

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