—Nos fijaremos en la puesta del sol: lo tomarás como hora cero y nos dirás cuánto tiempo ha pasado hasta la puesta del sol de mañana. De una puesta del sol a otra hay un día entero, ¿no?
—No lo sé —dijo Dorothée—. ¿No depende de las estaciones?
Se lanzaron a una discusión confusa en la que no entendí nada. Los días se alargaban en verano, se acortaban en invierno, pero de una puesta de sol a otra siempre había, o nunca había necesariamente, veinticuatro horas. Ninguna de ellas tenía las ideas demasiado claras sobre el tema, ni siquiera Théa, que era la más instruida

La protagonista de esta novela mide el tiempo con el latido de su corazón, pero necesita calibrarlo. La duración de un día varía mucho con las estaciones, entendido el día como lo contrario de la noche. Pero la duración del día solar aparente, es decir, el tiempo que transcurre entre dos salidas del Sol consecutivas, varía poquísimo a lo largo del año, así que es un método excelente para ajustar el reloj. Varía en torno a un minuto nada más, debido a que la órbita de la Tierra es elíptica y a que el eje terrestre está inclinado.