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Además, hoy en día el pobre don Santos ya no
tiene dinero ni para emborracharse, ya no puede beber de pura miseria… Y aunque
ustedes no comprendan esto, la ciencia declara que la privación del alcohol
precipita la muerte de ese hombre, enfermo por abuso del alcohol…
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¿Cómo es eso, hombre?- preguntaba el arcipreste
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A ver, explíquese usted- decía Fojá
Don Robustiano sonreía; movía
la cabeza con gesto de compasión y se dignaba a explicar aquello. “Don Santos,
aunque se pasmasen aquellos señores, a pesar de morir envenenado por el alcohol,
necesitaba más alcohol para tirar unos meses más. Sin el aguardiente, que le
mataba, se moriría más pronto”
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Pero don Robustiano, ¿cómo puede ser eso?
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Señor Foja, ahí verá usted. ¿Conoce usted a
Todd?
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¿A quién?
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A Todd
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No señor
- Pues no hable usted. ¿Sabe usted lo que es el
poder hipotérmico del alcohol? Tampoco; pues cállese usted. ¿Sabe usted con qué
se come el poder diaforético del citado
alcohol? Tampoco; pues sonsoniche. ¿Niega usted la acción hemostática del
alcohol reconocida por Campbell y Chevrière? Hará usted mal en negarla; se
entiende, si se trata del uso interno. De modo que no sabe usted una palabra...
Parece ser que Todd, Campbell y Chevrière son unos
expertos de la época en los efectos del alcohol. Yo, no sé por qué, dudo si no
serán nombres inventados por Clarín. Si fuera Galdós me fiaría, pero de Clarín, no sé no sé...
Sobre el delirium tremens
escuché una vez algo en una charla que le dieron a mis alumnos en tutoría.
(Nótese que a los que nacimos en los 70 ninguna orientadora ni sexóloga nos
dio charlas y sin embargo nos hemos drogado menos y hemos embarazado indeseadamente
menos a nuestras coetáneas, a las que además tratábamos sin violencia de género
alguna)
La charla la daba un centro de desintoxicación y nos
contaron que el único síndrome de abstinencia que no pasaban a pelo era el del
alcohol, porque ese es obligatorio pasarlo en un hospital, ya que puedes
morirte. A mí aquello me llamó la atención: puedes dejar la heroína tú sólo a
lo bruto (Raimundo Amador recomienda hacerlo así, sin metadona, porque se pasa
tan mal que no se vuelve, “yo daba botes hasta el techo”, decía el pobre) pero
para dejar el alcohol se requiere asistencia sanitaria